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Cultura y deportes
2017-09-05
Festejos del 50 aniversario de la DCSyH
Realizan mesa redonda que resalta la importancia de la cultura y humanidades en la formación en Ingeniería.
Por: Diana Baca
Fotografía: Antón Barbosa
Comunicafi
Mesa redonda

Para celebrar el 50 aniversario de la División de Ciencias Sociales y Humanidades (DCSyH) se llevó a cabo, el pasado 5 de septiembre, la mesa redonda La Cultura y las Humanidades como Parte de la Formación Integral de los Ingenieros, en la que participaron los ex directores de la FI José Manuel Covarrubias Solís y Javier Jiménez Espriú, el Secretario general de la FI Gonzalo López de Haro, ex jefe de la DCSyH, y como moderadora la maestra Claudia Loreto Miranda, actual titular de la división.

El ingeniero Covarrubias rememoró la historia de la FI: sus inicios novohispanos, pasando por la creación del Real Seminario de Minería, "la primera casa de las ciencias en América", que más tarde se convertiría en la Escuela Nacional de Ingenieros, ahora nuestra Facultad, que continúa siendo punta de lanza en el desarrollo técnico con conciencia social en el país.

Durante esa trayectoria, recordó la participación de los ingenieros al servicio del país en "la expropiación petrolera, el desarrollo de infraestructura de puentes, caminos y presas, la generación de electricidad y la explotación de recursos mineros".

En el devenir de la FI, destacó la integración de los módulos de ciencias sociales y humanidades como parte de la preocupación por incrementar la calidad de los egresados, dando la misma importancia a la formación técnica inicial y a la cultural. Estas asignaturas permiten al profesional de ingeniería ubicarse en su entorno como una persona apta para servir a la sociedad.

Ejemplificó su decir con un tema actual, el socavón formado en el paso exprés a Cuernavaca, que transmite a la población el sentimiento de ineptitud de los ingenieros civiles, cuando la falla fue ética, al no discernir entre cumplir órdenes y actuar de la manera correcta. Por ello, exhortó a los estudiantes a dar la debida importancia a las materias del bloque de sociales, entre las que se imparte Ética profesional, para aprender las actitudes que se deben tener en el ejercicio de la profesión.

A continuación, el ingeniero Jiménez ilustró, mediante la lectura de su libro Cartas a un joven ingeniero, —el capítulo "de la Cultura del ingeniero"— la relevancia de contar con un acervo cultural para lograr una sólida ética profesional, un enfoque humanista y de compromiso social en la resolución de problemas de los futuros ingenieros.

Señaló que la excelencia profesional está directamente relacionada con el nivel cultural del individuo, el cual se logra viviendo sus ambientes en diversos medios; se trata de un enriquecimiento interno, alimento del espíritu, a través de bibliotecas, simposios, revistas, conciertos, exposiciones, conferencias, museos, teatro, discos y medios electrónicos, que "deben ser herramientas cotidianas del profesional que se precie de serlo".

Añadió que la ingeniería modifica las relaciones personales: es patrimonio de la humanidad y el ingeniero debe tener conciencia de la magnitud del impacto que tienen sus acciones.

Entre las acciones que demuestran el compromiso indisoluble de la FI con la cultura, a la par de su impecable formación técnica, se encuentran la fundación de Academia de Música del Palacio de Minería y su Orquesta Sinfónica, así como de la Feria Internacional del Libro, concretadas hace 40 años en su gestión al frente de la FI. "Estoy convencido de que la lectura, la apreciación del arte y la música refinan el gusto y enriquecen el espíritu; son un conjunto de absoluta utilidad sin el cual no se puede ayudar a la sociedad, que además es ‘a toda madre’", aseveró con humor.

Finalizó con una frase de Selma Lagerlof, primera mujer en ganar el premio Nobel de Literatura, que resume la importancia de la División homenajeada: "La cultura es lo que queda cuando se olvida todo lo que aprendimos".

Para concluir, Gonzalo López de Haro, ingeniero civil especialista en hidrología y presas, licenciado en Letras hispánicas y docente de la FI desde hace cuarenta años tanto en matemáticas como de literatura hispanoamericana cuestionó la posibilidad de ser ingeniero sin tener claridad sobre la cultura y los valores de la sociedad a la que se debe servir, a lo que respondió que lamentablemente sí, pero sin excelencia.

"La sensibilidad hacia las humanidades y las artes son características consustanciales de los egresados de la FI. No todo es tecnología, el ejercicio de la profesión debe considerar, además de la factibilidad técnica, el impacto social, y esto se logra conociendo antecedentes, necesidades y valores. Cuando se forman ingenieros especializados sin fomentar el gusto por las artes, mutilamos su espíritu y reducimos su capacidad de tener ideales; es urgente encontrar el equilibrio para no caer en la tecnocracia".

Remarcó el valor de la División, existente desde hace medio siglo, para propiciar el acercamiento a la cultura y al humanismo, estimular la capacidad de comprender el entorno y modificarlo. "La ingeniería y las humanidades deben ir de la mano, ya que ambas crean un camino para hacer habitable el mundo", concluyó.