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Vida Académica
2017-10-11
La Geomática al servicio de la sociedad
Trascendental la labor de la FI en el edificio colapsado de Álvaro Obregón 286 para el control de la nivelación durante el rescate.
Por: Ma. Eugenia Fernández Quintero
Fotografía: Cortesía DICyG
Comunicafi
Edificio colapsado de Álvaro Obregón 286

El pasado 19 de septiembre la Ciudad de México se vio seriamente afectada por el sismo de 7.1 grados. Luego de conocerse el lamentable panorama a lo largo y ancho de nuestra ciudad, los universitarios se organizaron y se pusieron a trabajar. Estudiantes y profesores de la Facultad de Ingeniería, muchos de ellos adscritos a la División de Ingenierías Civil y Geomática, tuvieron una actuación destacada en puntos específicos de conflicto.

Uno de los edificios donde más personas quedaron atrapadas y en el que las labores de rescate se tornaron muy complejas fue el ubicado en la avenida Álvaro Obregón en la Colonia Roma. La dificultad se debió a que el inmueble no colapsó por completo: en la planta baja y parte del primer piso quedaron muchas losas inestables o sobre un par de columnas que en cualquier momento podían derrumbarse.

La maestra María Elena Osorio Tai, profesora de la carrera de Ingeniería Geomática de la FI hace una narración a detalle de la participación de la brigada de topografía:

La crisis se presentó la madrugada del 22 de septiembre, cuando se suspendieron las tareas de búsqueda y rescate porque se requería monitorear si se estaba asentando o hundiendo el edificio para poder garantizar la seguridad de los rescatistas. Por ello, el licenciado Carlos Augusto Meneses Flores, de la Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México, convocó a brigadas de ingenieros topógrafos con equipo para generar lecturas precisas de la inestabilidad del inmueble, a fin de tomar decisiones estratégicas para orientar las labores de rescate de las personas atrapadas.

En plena madrugada convoqué a un grupo de ingenieros topógrafos y geomáticos y solicité el apoyo de integrantes del Servicio Mareográfico Nacional del Instituto de Geofísica, quienes nos prestaron un nivel de precisión y se incorporaron a la brigada de topografía, la cual quedó conformada por 12 universitarios, una estación particular, un nivel de precisión y otro convencional. Nos dividimos en 3 grupos y nos ubicamos frente al edificio. Éramos 5 brigadas, incluyendo las de algunas empresas y de una institución de gobierno, y nos dieron 2 horas para generar lecturas de varios puntos del inmueble a fin de decidir si era estable para que los rescatistas continuaran con su labor.

Con la mirada puesta sobre los topógrafos, en un ambiente tenso, nos dimos cuenta de que lo que estábamos haciendo era vital. Una vez tomada una serie de lecturas y con los registros de todas las brigadas, se llegó a la conclusión de que el inmueble se encontraba estable determinando un margen de seguridad a los rescatistas, ya que las estructuras presentaban movimientos menores a 5 mm, un valor establecido por especialistas.

Con este dato, las brigadas de rescatistas mexicanos, españoles e israelíes se dieron a la tarea de utilizar tecnología de polines metálicos para reforzar los de madera e ingresaron a la planta baja y primer piso.

A partir del lunes 25 de septiembre, la Facultad de Ingeniería nos facilita una estación total para apoyar al monitoreo y me asigna para coordinar a los alumnos y exalumnos que quisieran colaborar de manera voluntaria en las brigadas de monitoreo las 24 horas. Los turnos (23:00-6:00 / 6:00-11:30/ 11:30-17:00 y 17:00-23:00 h) eran a veces variables ya que, si se estaba realizando algún movimiento de losa por la grúa, se requería de monitoreo continuo. Nuestra tarea, en la participamos 70 personas (profesores, alumnos y exalumnos), concluyó hasta que fue recuperado el último cuerpo la madrugada del 4 de octubre.

Durante los trece días siempre tuvimos comunicación directa con los rescatistas y coordinadores de logística y estructuras, a quienes dábamos el reporte vía radios y whatsapp. No se trató de un levantamiento común ni un trabajo en obra o una práctica, estábamos ante una emergencia y había que actuar de manera inmediata: generar lecturas precisas y trabajar con profesionalismo. De nosotros dependía que los rescatistas pudieran laborar con un margen de seguridad; por ello, en cuanto detectábamos un movimiento que superaba los límites de estabilidad previamente determinados, generábamos un aviso de evacuación.

Hubo dos avisos, uno resultó falsa alarma levantada por una persona ajena a las brigadas de topografía y al área de logística que paró las labores de rescate cerca de dos horas en lo que se aclaraba el malentendido. La tensión se sentía al máximo: cada minuto que pasaba era impotencia para los rescatistas y brigadistas por no poder continuar. Tras este incidente nos fue solicitado que el equipo y las brigadas de topografía permaneciéramos en el área del siniestro hasta concluir con el rescate.

Luego de esta experiencia considero que se debe conformar un grupo especializado de profesionales que atiendan los aspectos técnicos y de logística en casos de desastre. Dentro de los principales pasos será la integración de protocolos de actuación de inmediata para atención de emergencias y el armado de una red de personas de la sociedad civil, empresas y gobierno comprometidos en la rápida actuación en casos de desastre, buscando garantizar la protección de las personas y haciendo llegar los recursos humanos y materiales a los puntos de atención (Zona Cero).