A un año de los sismos que sacudieron el suroeste y centro del país, el doctor Óscar López Bátiz, del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED), y el ingeniero Heriberto Esquivel Castellanos, académico de la DICyG, compartieron sus reflexiones sobre los daños evaluados en edificaciones vitales y casas-habitación.

En su conferencia Análisis Comparativo del Comportamiento de Edificaciones Vitales Surante los Sismos de 1957, 1979, 1985 y 2017, ¿qué sigue?, el doctor Óscar López Bátiz comenzó por esclarecer que se entiende por «edificios vitales» aquéllos destinados a la salud y la educación.

Por medio de un breve recorrido histórico y comparación de datos estadísticos oficiales, el especialista realizó un recuento de daños a hospitales y escuelas que dejaron los sismos de 1957, 1979, 1985 y 2017, y recalcó que estos edificios deberían ser los últimos en sufrir daños estructurales o desplomarse.

Señaló que los estados que reportaron afectaciones graves en hospitales fueron Morelos, Estado de México, Puebla y Tlaxcala, con 12 edificios en total, mientras que en escuelas fueron esos mismos estados más la CDMX, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, con un total de 197 inmuebles y siendo Puebla el de mayor cifra con 77.

En ese aspecto, resaltó que aunque en general hay edificaciones que se apegan al reglamento de construcción y no presentan problemas severos, es evidente la falta o ausencia del respeto a la normatividad en varios estados, así como una inadecuada supervisión en las diferentes etapas del proceso de construcción, principalmente en zonas rurales.

Concluyó que difundir una cultura de mantenimiento también es fundamental para evitar daños graves y que en esa tarea los ingenieros adquieren un rol importante. Asimismo, destacó que dentro de las medidas preventivas, actualmente se están utilizando nuevas tecnologías en materia estructural.

Siguiendo con la problemática de la falta de reglamentos de construcción en estados del interior de la República y de apego a ellos, el ingeniero Heriberto Esquivel Castellanos compartió los resultados de las revisiones estructurales a casas-habitación que realizaron como parte de las brigadas de la DICyG.

En su ponencia Experiencias de la Revisión Postsísmica de la Infraestructura, Tras los Eventos Sísmicos del S17 en Oaxaca y CDMX, hizo hincapié en el caso de Ixtaltepec, donde los daños evidenciaron la falta de un reglamento de construcción.

Expuso que los daños encontrados fueron de carácter constructivo, uso de malos materiales y ecológicos, pues se percataron que los escombros eran tirados en ríos y no en zonas destinadas a ello. En los primeros figuraron el confinamiento inexistente, inadecuada o escasa cimentación, nula o escasa colindancia, irregularidades en los diseños de la conexión columna-trabe y mamposterías sin confinar.

En lo que respecta a las evaluaciones en inmuebles de la CDMX, los daños fueron clasificados en suelo (desplazamientos horizontales y verticales y hundimientos regionales), diseño (aplastamiento de columnas y columnas cortas), eliminación de elementos de carga al hacer modificaciones y mantenimiento (de elementos estructurales). En este último punto, el conferencista resaltó que uno de los principales retos es concientizar a la sociedad civil sobre la responsabilidad de revisar y hacer modificaciones con apego a los reglamentos y normas técnicas actuales.

A manera de conclusión, recordó que la infraestructura es puesta a prueba en los sismos y solo sobreviven las estructuras que están bien diseñadas, construidas y con buen mantenimiento, y que tanto gobierno como sociedad civil, universidades y agrupaciones ingenieriles deben estar preparados, cada quien desde su ámbito, para hacer frente a los desastres.