En el marco de los festejos de Día de Muertos, los coros Ars Iovialis de la Facultad de Ingeniería, Alquimistas de Química y el nuevo coro de Medicina, dirigidos por el maestro Óscar Herrera, ofrecieron un concierto el pasado 31 de octubre en el Auditorio Javier Barros Sierra.
Los coros unieron su talento para interpretar piezas que muestran la visión de diversos artistas y épocas respecto al tema de la muerte. Comenzaron con el primer acto de la ópera Orfeo y Eurídice del alemán Christoph Willibald Gluck, en el que Orfeo llora la muerte de su esposa, y la versión musicalizada del epitafio a Dulcinea, personaje de Don Quijote de la Mancha.
Continuaron con el fragmento de Todas las personas deben morir de Johann Sebastian Bach, que transmite consuelo, resignación y la esperanza de reconocimiento del alma al momento de la muerte; La muerte y la doncella, de Franz Schubert y texto de Matthias Claudius; El blanco y dulce cisne, madrigal número 4 de Jacob Arcadelt; Canto fúnebre, de Félix Mendelssohn; el Aria de Bach y las misas de difuntos Cordero de Dios y Libera me, con temática del juicio final, de Gabriel Fauré.
Además de dirigir el concierto, el maestro Herrera compartió información sobre las piezas musicales, las anécdotas que las rodean o el proceso de su creación. La antología coral culminó con el vals Dios nunca muere, creado por Macedonio Alcalá, en agradecimiento por su recuperación de una enfermedad grave, cuya letra se atribuye a la autoría de Cipriano José Cruz.