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Cultura y deportes
2018-11-30
Preludio de las mariposas azules
La Tuna de la Facultad de ingeniería y el tradicional concierto de fin de semestre.
Por: Jorgé Estrada Ortíz
Fotografía: Jorge Estrada Ortíz
Comunicafi
Los alegres Tunos regresan para deleite de su comunidad

Nervioso, una y otra vez revisaba que su capa estuviera derecha, la casaca y las medias blancas sin mancha o mota de polvo ni arrugas y los zapatos negros como espejo.

Los nervios de siempre iban directamente a la boca del estómago y se transformaban en cientos de mariposas azules que revoloteaban apaciblemente, a veces chocando unas contra otras, era la diezmillonésima vez que se presentaban durante el cierre del semestre en Ingeniería.

Afuera del Auditorio Sotero Prieto empezaba a meterse el Sol; en eso la pandereta dio el toque de salida para la callejoneada y llamar al público a que vinieran a verlos: tres... dos ...uno... ¡empieza! Tomó su guitarra y dio los primeros acordes.

Los Tunos siguieron la ruta que los llevaba hacia La Leonardita, de ahí al puente dando vuelta a la derecha para bajar al CIA donde se presentaron ante los muchachos que salían de clases; varios se les quedaban viendo, otros pasaban de largo, y unos más cuchicheaban con su compañero de al lado mientras se reían. Todo fluyó: él se sentía dueño de la situación.

Del CIA se dirigieron al auditorio; en la entrada esperaron a que llegaran todos los que estaban tocando y a algunos que venían retrasados, ya sea por el trabajo, la familia, cansancio, alguna clase, o de plano porque el Metro se descompuso.

Vio a su alrededor, ya era de noche, estaban sus compañeros alistándose: afinaban sus instrumentos o simplemente platicaban. Y también los Pardillos (disfrazados como los apodos de sus padrinos Tunos: Llama, Cuervo, Dromedario, Manatí, Cochinilla, Orangután....) Viéndolos sintió orgullo de estar ahí, de haber sido constante y ser un Tuno más que lleva con orgullo una tradición de años, sus insignias que tanto trabajo cuesta obtenerlas, y alegría a la gente, ¿por qué no? que la gente se la pase bien y se relajen de la jornada pesada que llevaron.

La pandereta empezó a sonar para avisar que ya iban a entrar, él respiró hondo se ajustó la capa y empezó a dar los primeros acordes y a caminar en fila a la sala, las mariposas volaban furiosas dentro del estómago; todos los asistentes voltearon al mismo tiempo, como una sola cabeza, hacia donde desfilaban. Él sonrió para sí mismo, iba a tratar de echárselos en la bolsa... así es siempre, en este concierto de fin de semestre.

Este fue el preludio del concierto del pasado 15 de noviembre en el que se interpretaron los temas clásicos de un grupo cultural clásico de la División de Ciencias Sociales y Humanidades: la Tuna de la FI, siempre jovial, siempre entusiasta.