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Cultura y deportes
2019-04-11
Un llamado a la igualdad de género
Ponentes del CIEG impartieron conferencia sobre los retos por enfrentar en el camino hacia la inclusión.
Por: Marlene Flores García
Fotografía: Jorge Estrada Ortíz
Comunicafi
Rubén Hernández Duarte y Lilián Ayala González

Por invitación de la Secretaría de Apoyo a la Docencia y su Coordinación de Programas de Atención Diferenciada para Alumnos (Copadi), el maestro Rubén Hernández Duarte y la licenciada Lilián Ayala González, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), visitaron la FI para hablar sobre los retos de la igualdad de género en la UNAM, el pasado 11 de abril en el Auditorio Sotero Prieto.

La licenciada Ayala explicó que hablar de igualdad de género es reconocer que todas las personas, sin importar su condición sexogenérica, tienen los mismos derechos y merecen las mismas oportunidades; la reducción de brechas en todos los campos de la vida cotidiana: laboral, doméstica, el acceso a la salud y al ocio; y lograr que todo esto sea efectivo y palpable en la realidad. Los problemas de desigualdad de género no son ajenos a los ingenieros, pues sus creaciones están dirigidas al bienestar de la sociedad y deberían cubrir un amplio rango de necesidades. "No pensar en esto perjudica a los más vulnerables", detalló el maestro Hernández.

En un país donde ocurren entre 7 y 13 feminicidios al día, combatir estas situaciones de injusticia se hace todavía más urgente. Estudios muestran que las mujeres reciben 30 por ciento menos salario por realizar las mismas tareas que sus pares masculinos; además de sus horas de trabajo, tienen que hacerse cargo de las tareas domésticas, a las cuales se estima que dedican 29.8 horas a la semana. Esta falta de corresponsabilidad y de condiciones para conciliar lo laboral y lo familiar significa que las mujeres no cuentan con el mismo tiempo para repartir entre todas sus actividades e intereses, y que a los hombres se les priva de oportunidades para pasar tiempo en casa o de calidad con sus hijos.

Directamente en el ambiente universitario, esto se percibe en algo tan aparentemente casual como la elección de carrera. Las expectativas siguen teniendo un fuerte peso en la distribución de las personas según el campo de conocimiento, lo que a su vez resulta en una segregación por sexo. Mientras que para las investigadoras existe un "techo de cristal", lo que se traduce en que, aunque no hay una prohibición explícita, a menudo enfrentan impedimentos para ocupar los escalafones más altos dentro de una institución. Otras problemáticas aún por resolver son el reconocimiento de la comunidad sexodiversa y su participación en los asuntos públicos, la generación de un acuerdo respecto al lenguaje incluyente y la implementación de un protocolo de violencia de género efectivo y que erradique este tipo de expresiones antiuniversitarias.

Los estereotipos son dañinos para todos, se vuelven un molde rígido que debemos llenar y que limita las muchas potencialidades de expresión humana, por lo que los ponentes invitaron a ser observadores y vigilantes de las interacciones cotidianas y actitudes individuales que reproducen comportamientos nocivos, que perpetúan la discriminación y que fomentan la desigualdad de género por medio de la sanción social.