En una ceremonia efectuada el 3 de mayo en el Auditorio José Luis Sánchez Bribiesca de la Torre de Ingeniería, fueron reconocidos los 5 equipos con mayor puntaje en la VII edición del Programa para el Fomento al Patentamiento y la Innovación (Profopi), impulsado por la Coordinación de Innovación y Desarrollo (CID) de la UNAM.

El acto fue presidido por el doctor Leonardo Lomelí Venegas, secretario General de la UNAM, en representación del rector Enrique Graue; el licenciado Juan Alfredo Lozano Tovar, del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI); el maestro Juan Manuel Romero Ortega, responsable de la CID; el licenciado Sergio Ampudia Meno, vicepresidente de la Comisión Jurídica de la Concamin; la doctora Julia Tagüeña Parga, Coordinadora General del Foro Consultivo, Científico y Tecnológico; la licenciada Guadalupe Mateos Ortiz y el doctor Domingo Vital Díaz, tesorera y coordinador de Humanidades, , y el doctor Jaime Martuscelli Quintana, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Biomédicas y fundador del Profopi.

El Secretario General expresó su reconocimiento al Programa y resaltó que las universidades juegan un papel crucial en el esfuerzo por consolidar los puentes entre ciencia, tecnología e innovación, el patentamiento y la vinculación con el sector productivo.

El primer lugar lo obtuvo el equipo integrado por los doctores Jorge Alfredo Ferrer Pérez, Carlos Romo Fuentes, Rafael Guadalupe Chávez Moreno, Saúl Santillán Gutiérrez y el maestro Ernesto Reynoso Reyes, de la Unidad de Alta Tecnología de Juriquilla, por el desarrollo de un propulsor de efecto Hall para impulsar satélites, cuyo peso sea menor a 100 kg, a su posición orbital final, después de que estos se despliegan del cohete.

Durante su intervención, el doctor Jorge Alfredo Ferrer Pérez, explicó que la idea de este proyecto comenzó en 2013, cuando fue seleccionado en la convocatoria de la Red Temática de Ciencia y Tecnología del Espacio del Conacyt, y que permitió trabajar conjuntamente con el Laboratorio de Propulsión Espacial y Termo Vacío del Instituto Tecnológico de Massachussets.

En 2014, se inició la primera fase de un laboratorio único en la UAT de Juriquilla para realizar las primeras pruebas de propulsión espacial en México, y posteriormente, en 2016, se tuvo el beneficio del fondo sectorial de la Agencia de Espacial Mexicana del Conacyt para diseñar una plataforma satelital, lo cual dio paso a una propuesta detallada de un propulsor efecto Hall que permitiría mover un satélite de un lugar a otro.

El investigador detalló que este tipo de propulsores no requiere de una mezcla de combustible y oxígeno para su funcionamiento, sino que son de tipo eléctrico y funcionan por largos periodos de tiempo.

Asimismo, expresó su gratitud con el doctor Carlos Agustín Escalante, director de la FI, por el apoyo brindado y recalcó que el proyecto es consecuencia del gran interés de la Facultad por impulsar el desarrollo del sector aeroespacial mexicano, el cual se encuentra en crecimiento acelerado.

Los otros proyectos finalistas fueron: Bacteriocinas recombinantes con acción antilisterial, de la Facultad de Química; Sistema de pinza robótica híbrida con retroalimentación sensorial para corrección de posicionamiento y orientación de forma local, del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas; Microarreglo basado en tecnología de ADN para la detección oportuna de microorganismos patógenos, de la Facultad de Ciencias, y Compuerta lógica fotónica reconfigurable, del Instituto de Ingeniería.

El maestro Romero Ortega especificó que las 48 solicitudes de patente participantes fueron evaluadas por 44 expertos del IMPI y de empresas líderes en las áreas tecnológicas, todas ellas externas a la UNAM, y que los puntos calificados fueron el mérito y factibilidad técnica, atracción para el mercado, prospección de negocios y su impacto social.

Resaltó también que, por segundo año consecutivo, la UNAM alcanzó las cifras más altas en su historia en patentes otorgadas (43 en 2017, 44 en 2018) y que también fueron las de mayor impacto entre las principales instituciones de educación superior y centros de investigación del país.

Finalmente, manifestó que el patentamiento y la comercialización de la propiedad intelectual representan uno de los cuatro factores cruciales para impulsar la innovación en México, junto con la inversión en investigación y desarrollo, y la creación de nuevas empresas de base tecnológica.