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Vida Académica
2019-10-15
Roberto Meli, entrañable profesor de FI
Con motivo de su doctorado Honoris Causa UNAM, imparte conferencia sobre efectos de los sismos en la CDMX.
Por: María Eugenia Fernández Quintero
Fotografía: Eduardo Martínez Cuautle
Comunicafi
El doctor Carlos Escalante entrega reconocimiento al investigador emérito Roberto Meli

La Facultad y el Instituto de Ingeniería (FI e IIngen), con motivo del reciente nombramiento del investigador emérito Roberto Meli Piralla como doctor Honoris Causa por la UNAM, organizaron la conferencia magistral Efectos de los Sismos del Último Siglo, impartida por el galardonado, el pasado 15 de octubre en el Auditorio Javier Barros Sierra, ante alumnos, docentes, exdirectores y colegas, todos exultantes de acompañar al prestigiado académico, quien compartió el presídium con los doctores Carlos Escalante Sandoval y Luis Álvarez Icaza Longoria, titulares de la FI y el IIngen, respectivamente; el ingeniero Armando Díaz Infante de la Mora, egresado y ex profesor de la FI, y el maestro Marco Tulio Mendoza Rosas, jefe de la División de Ingenierías Civil y Geomática.

El doctor Álvarez Icaza inició destacando que este evento de gran convocatoria se pensó conjuntamente entre la FI y el IIngen como el festejo formal por la reciente investidura Honoris Causa al doctor Meli Piralla y, por tanto, para celebrar a la ingeniería, ya que la máxima distinción que otorga la Universidad contó con un digno representante de esta disciplina entre los diez nombramientos conferidos en septiembre pasado.

El director del IIngen se refirió al doctor Roberto Meli en sus facetas de investigador, que a lo largo de 60 años lo han llevado a ser reconocido como figura clave en la ingeniería estructural y en la formación de recursos humanos; de director del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), en el rescate de edificaciones históricas, en especial la Catedral Metropolitana, trabajo que consolidó un grupo de restauración estructural de la mayor importancia a nivel internacional, y la llamada "efecto Meli", que abrió las puertas a programas de ingeniería en los posgrados de calidad, ya que su sola participación en las propuestas presentadas ante los evaluadores significó la aceptación, una garantía por el prestigio del doctor.

Semblanza del doctor Roberto Meli

En su intervención, el doctor Carlos Escalante felicitó cálidamente al distinguido académico Roberto Meli por su doctorado Honoris Causa conferido hace unas semanas y recordó que la UNAM la otorga desde hace 109 años para reconocer los excepcionales méritos de una persona por su contribución al desarrollo y engrandecimiento de las ciencias, las humanidades, el arte, la pedagogía, las letras y la cultura con el objetivo de mejorar las condiciones de vida y el bienestar de la humanidad.

Compartió una semblanza muy completa de la impecable trayectoria del doctor Roberto Meli (Roma, Italia 1938) desde su llegada a México en 1958 cuando ingresó a la Escuela de Ingeniería (Facultad en 1959) a la licenciatura en Ingeniería Civil con excelentes profesores, como Roger Díaz de Cossío, que despertaron su interés en la ingeniería estructural y a ingresar como becario al IIngen en 1962. "En marzo de 1967 optó por dedicarse de lleno a las actividades académicas y regresó al Instituto de Ingeniería ya como investigador, terminó su maestría e hizo su doctorado a la par que realizaba sus actividades de docencia", precisó el doctor Escalante.

Roberto Meli ha colaborado con otras universidades, la Autónoma Metropolitana Azcapotzalco (fundador del departamento de materiales), la de Texas en Austin y el Politécnico de Milán. "A lo largo de los años ha mantenido como principal actividad la investigación, y también ha dedicado su atención a la docencia y a la difusión, y apoyo técnico para la práctica de la ingeniería". Al principio sus trabajos se concentraron en temas de estructuras de concreto, después en el mejoramiento de la seguridad de las viviendas de interés social, y en la década de 1970 a proyectos experimentales para comprender el comportamiento ante efectos de los sismos de las estructuras de mampostería que trascendieron en revisiones a las Normas Técnicas para la buena práctica del diseño de estructuras en México y otros países.

En cuanto a la actividad docente, el doctor Roberto Meli ha impartido, entre otras asignaturas, Ingeniería sísmica, de forma ininterrumpida desde 1964 en la FI, y participado en la elaboración de planes de estudio, comisiones dictaminadoras y consejos académicos. Sus libros Diseño estructural, Ingeniería estructural de los edificios históricos y Los conventos mexicanos del siglo XVI. Construcción, ingeniería estructural y conservación son referencia obligada en las escuelas de ingeniería civil. El doctor Escalante finalizó recordando que el investigador Meli creó y dirigió el Cenapred, y sus múltiples reconocimientos académicos, como el Nabor Carrillo a la Investigación, el Premio Universidad Nacional, el nombramiento de Investigador Emérito y el doctorado Honoris Causa UNAM.

Anécdotas

Por su entrañable amistad de más de 50 años con el doctor Roberto Meli, el ingeniero Díaz Infante de la Mora habló de lo anecdótico, "notas sueltas, pinceladas, aconteceres vistos desde mi perspectiva para un esbozo humano", señaló. Rememoró que fueron compañeros de la cuarta generación en Ciudad Universitaria cuando los civiles y electricistas compartían clases durante dos años: "México estaba despegando y se necesitaban ingenieros versátiles". Al terminar la carrera se dejaron de ver, pero un baile los reunió y el ser vecinos del mismo condominio afianzó su amistad que se caracteriza por afinidades, como partidas de dominó y asistencia a conciertos de la OFUNAM y la Orquesta Sinfónica de Minería en la Sala Nezahualcóyotl.

Reconoció su valía como ingeniero, su talento, preparación y dedicación en el campo de las estructuras, principalmente el diseño y las afectaciones que sufren por sismos. "Frecuentemente se pone el casco y las botas para ir a las obras a verificar su ejecución y dar directrices, es un vicio en él". Narró cómo el doctor Meli impulsó la creación del Cenapred con investigadores japoneses y de la UNAM, y autoridades: siendo director hizo observaciones desde un helicóptero durante las primeras erupciones del Popocatépetl y logró que se incrementara la vigilancia en tiempo real para predecir futuras erupciones, e intensificó los trabajos en riesgos y recomendaciones ante el huracán Paulina.

Ejemplificó dos rescates históricos del doctor Meli, el Templo y Convento de San Agustín, y la Catedral Metropolitana, y sus méritos fuera del país que hicieron que la ONU lo incorporara al directorio de expertos. "Los múltiples reconocimientos que ha recibido van de la mano de su saber y actuar, es un patrimonio que comparte, emplea y transmite; su vida ha sido muy fructífera y así debe continuar por muchos años más".

Conferencia magistral

Y por fin llegó el turno del protagonista del evento, el doctor Meli, quien expresó sentirse honrado y agradecido por el nombramiento como doctor Honoris Causa: "Dudo merecerlo, pero me da gusto". Externó su emoción por el numeroso público de jóvenes asistentes y especialmente por la presencia de los doctores Luis Esteva Maraboto y Neftalí Rodríguez Cuevas, "mis mejores maestros", dijo.

Comenzó su ponencia explicando la relación de los movimientos de las placas, especialmente la de Cocos, que al liberar energía provocan los sismos, para luego hacer un recorrido por los más intensos de la Ciudad de México del siglo XX y el presente, cómo estos fenómenos han permitido avanzar en la investigación, la normatividad y la práctica de la ingeniería sísmica y el diseño de los edificios: el primero, bautizado como el "Sismo de Madero" (7 de junio de 1911 con magnitud y epicentro imprecisos) coincidió con la llegada del prócer de la Revolución a la capital y dejó un saldo de 35 muertos y daños en edificios escolares, principalmente en el cuartel militar de la Rivera de San Cosme, y en el Templo de la Profesa.

El segundo, "Sismo del Ángel" (28 de julio de 1957 con epicentro en las costas de Guerrero y 7.5 grados) conocido así porque hizo caer la estatua de la Columna de la Independencia, "la cual desde entonces se convirtió en un medidor de sismos", afectó gravemente a la Ciudad de México, sobre todo la zona del Lago: 50 muertes y severas pérdidas económicas. Recordó que el IIngen, creado en 1956, participó con importantes aportaciones y que hubo publicaciones, una de éstas el Folleto complementario como ayuda para la comprensión de la norma sísmica y al empleo de los métodos de diseño, primer documento de alcance; asimismo, empezaron los despachos de ingeniería estructural, como el del ingeniero Óscar de Buen, grandes avances que resultaron en el reglamento de 1978.

Luego vendría el "Sismo de la Ibero" (14 de marzo de 1979 con magnitud de 7.5), nombrado así por el colapso de un par de edificios de esa universidad, y que afectó zonas costeras como Acapulco, Zihuatanejo, Ixtapa y Lázaro Cárdenas. Comentó que en los años 70 hubo mejores materiales y sistemas constructivos bastante novedosos y atrevidos (aceros y concretos de mayor resistencia y corrugados), así como estructuras más esbeltas, y por tanto se continuaba la preparación y mejora de las normas.

Posteriormente llegaría el fatídico 19 de septiembre de 1985: la Ciudad despertó con un sismo de magnitud 8.1, con epicentro en las costas de Guerrero y Michoacán, el cual dejó oficialmente cuatro mil 500 muertos, aunque se estima fueron 20 mil, comentó el doctor. Resaltó que para entonces ocho estaciones registraron el movimiento del terreno en el Valle de México, las amplificaciones de la aceleración en áreas con suelo blando del centro de la capital y el movimiento monocromático. Ante un desastre sin precedentes, las reacciones fueron lentas en cuanto a rescate de víctimas, revisión de edificios y servicios (agua y electricidad) dañados. Destacó la participación de grupos del Instituto de Ingeniería en la evaluación y levantamientos de daños de edificios, así como en la zonificación en 15 áreas dañadas y la organización de brigadas para cada una.

El quinto sismo sucedería exactamente 34 años después: 19 de septiembre de 2017 (7.1 grados y epicentro en Axochiapan, Morelos), el primero de falla normal que dañó la Ciudad de México y construcciones religiosas del siglo XVI y modernas: 377 en Morelos, 550 en Puebla y 285 en el Estado de México. Aclaró que la mayoría de las estructuras dañadas son de antes de 1985 (edificios de menos de ocho niveles) debido a problemas del suelo o cimentación.

Si bien está convencido de que las normas y los criterios que se usan hoy para que las estructuras resistan sismos de gran magnitud son muy avanzadas, con herramientas de cómputo que han permitido modelos más precisos y detallados, el mayor problema de seguridad radica en que a veces no se interpretan de manera adecuada o no se siguen correctamente. Con su voz pausada y dulce, el doctor Meli se despidió con aires de optimismo y jovialidad anunciando que continuará sus trabajos de investigación en monumentos históricos.

El acto concluyó con la entrega de un reconocimiento y la medalla de plata conmemorativa 200 años del Palacio de Minería al doctor Meli, por parte del director de la FI Carlos Escalante, y muchas muestras efusivas de cariño del público asistente que se acercó a abrazarlo y tomarse la foto del recuerdo.