En el marco del ciclo de conferencias La Ingeniería Civil a 30 Años de los Sismos del ’85, organizado por el Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM) y las Sociedades Mexicanas de Ingeniería Estructural (SMIE), de Ingeniería Geotécnica (SMIG), y de Ingeniería Sísmica (SMIS), se llevó a cabo la mesa redonda Riesgos en la Infraestructura.

El ingeniero Víctor Ortiz Ensástegui, presidente del CICM, destacó la pertinencia del tema en el contexto de la amenaza de una catástrofe de proporciones similares o mayores a la de hace 30 años y que los ingenieros como gremio trabajen de manera conjunta para estar preparados. Apuntó que una ventaja de la actualidad son las nuevas tecnologías de comunicación que permitirán responder con prontitud a los problemas más urgentes.

En su intervención, el ingeniero Guillermo Guerrero Villalobos, exdirector de la Comisión Nacional del Agua, refirió cómo el sistema de abasto de agua de la Cuidad de México fue puesto a prueba aquel 19 de septiembre. Recordó que tomó 40 días restablecer el servicio por los daños, como fueron las fracturas en acueductos, fugas y contaminación. Agregó que hoy en día se depende básicamente de las mismas fuentes, por lo que se pueden esperar peligros semejantes.

Enumeró una serie de medidas para reducir la vulnerabilidad del sistema: unir el Acuaférico y el Macrocircuito de norte a sur y de este a oeste, ampliar la capacidad de almacenamiento en pozos y depósitos ubicados estratégicamente, reforzamiento y sectorización de líneas primarias, entre otras.

El doctor Daniel Reséndiz Núñez, investigador emérito del Instituto de Ingeniería y ex director de la FI, dedicó su ponencia al hundimiento del Valle de México, que en algunos puntos llega a los 12 metros y significa una destrucción continua y silenciosa del patrimonio. "Lo más grave es que el problema no recibe atención, a pesar de que resolverlo requeriría de una inversión mucho menor que los costos que implica no hacerlo".

Frenar el hundimiento requiere de pocas medidas: parar la sobreexplotación de agua subterránea y elevar el estándar de las tuberías para disminuir las fugas de 20 a 8 metros cúbicos por segundo; utilizar agua tratada para fines agrícolas y mejorar la eficiencia del uso en casas e industria, con todo lo cual, se reduciría el gasto del recurso en 24 metros cúbicos por segundo. En cambio, aseguró el doctor, los costos que generan los daños se incrementan año con año.

Por su parte, el doctor Oscar López Bátiz, subdirector de Riesgos Estructurales del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), mencionó algunas medidas que se han tomado en el ámbito de la información para mitigar los riesgos provenientes de desastres naturales, entre las que destacan los proyectos de investigación elaborados por la UNAM y sus Institutos de Ingeniería y de Geografía, los del Cenapred y de la Conagua que han resultado en obras como el Catálogo de Funciones de Vulnerabilidad y el Atlas Nacional de Riesgos.

Enfatizó que los ingenieros civiles deben intervenir en la definición clara de la adecuación y las limitantes de los programas y políticas encaminadas a reducir la vulnerabilidad.

El ingeniero Miguel Ángel Guzmán Escudero, profesor de nuestra Facultad, habló sobre la falta de una normatividad sísmica completa para los puentes del país. Los códigos actuales, dijo, adolecen de vacíos que obligan a que durante el proceso de diseño se recurra a normativas extranjeras para cubrirlos. Sin embargo, queda una incertidumbre de los niveles de seguridad, producto de la mezcla de criterios.

Además, los doctores Luis Esteva, investigador emérito de la UNAM, y Luis Rendón Pimentel, gerente de Distritos de Riesgo, adscrito a la Subdirección de Infraestructura Hidroagrícola de la Conagua dieron las ponencias Avances y Retos en Criterios de Diseño Sísmico y Riesgos de la Infraestructura en el Distrito de Riego Cerro 14 en Baja California y Sonora, respectivamente.