Pablo Martínez Hernández es estudiante del octavo semestre de Ingeniería Mecánica; además de dedicado estudiante es un excelente deportista. Recientemente se hizo acreedor a seis primeros lugares en los Juegos Universitarios en Natación en las categorías 50 metros libres, dorso y mariposa; 100 metros mariposa y libres, y relevos de 200 metros combinados.

"Formar parte del representativo de la Facultad es un gran orgullo y motivación para mejorar mi desempeño. Nadar representando a la FI me emociona sobremanera", asevera con alegría.

Desde su infancia mostró gusto por el deporte, comenzando a practicar taekwondo a los 6 años y, posteriormente, natación, a los 11, de la cual se enamoró y lo ha llevado a obtener satisfacciones personales, por lo que no pretende abandonarla jamás.

Para compaginar los estudios académicos con esta disciplina acuática tuvo que aprender a ser muy organizado y así no descuidar una actividad por otra, lo cual ha sido todo un reto. "Algunos conocidos que ya se encontraban cursando en nuestra Facultad me dijeron que no iba a seguir nadando después de cuarto semestre; que las tareas escolares me iban a absorber. Contra ese pronóstico aquí sigo y tengo que encontrar un equilibrio para no estresarme si dejo de lado una actividad, pues eso me lleva a desatender ambas".

Su familia, la escuela y la natación son sus prioridades en la vida. Comenta que siempre ha tenido el apoyo de recursos y emocional de sus padres en las competencias, incluso, a partir de su ingreso a la Facultad, se han adaptado al cambio de sus necesidades.

En cuanto a las numerosas competencias en las que ha participado, expresa que cada una ha tenido su importancia, pero atesora dos en especial: el campeonato de la Ciudad de México del semestre pasado, por ser el segundo evento en el que no lo entrenó Raúl Porta, un maestro que dejó huella en su formación deportiva y humana fallecido en septiembre, y se conjuntó con dificultades personales. A pesar de ello, rememora, logró bajar casi todas sus marcas. "Más que una medalla o un lugar en el podio, significó superación".

El segundo es el campeonato de la Ciudad de México de curso largo, en el que también mejoró sus tiempos, lo que no había logrado desde unos cuatro años atrás por no acoplarse al método de la escuela donde practicaba, y que dio un giro cuando se integró al equipo de Raúl Porta, quien fomentaba una mejora integral como ser humano y la dedicación en la escuela, y en unos meses lo hizo superarse.

Sus planes a futuro, asegura, siempre incluirán el deporte, aunque en algún momento no le sea posible dedicarle tanto tiempo por su inminente incursión en el mundo laboral. En cuanto a lo académico, se postuló para un intercambio y al término de su carrera quisiera cursar una maestría en una universidad norteamericana con buen nivel deportivo y académico, ya que es consciente de que egresar de la FI lleva consigo la responsabilidad de mantener siempre un alto nivel.

Pablo habla de las sensaciones que le produce entrar en contacto con el agua: "Todo depende de la prueba, en los 200 metros libres, empiezo poco a poco y cierro fuerte. En mi especialidad, 100 metros libres, me siento cómodo y concentrado; durante los 50 mi meta es salir a respirar lo menos posible, en albercas de 25 metros, pienso sólo en dar vuelta y dar la máxima velocidad".

Otro aspecto que influye en su rendimiento tanto físico como mental es la música, por eso antes de sumergirse, previo a una prueba acuática escucha melodías que le ayuda a ponerse en sintonía con el agua, lo cual replica cuando tiene una prueba de cualquier asignatura. La música le da tranquilidad, que es muy necesaria para el estudio y el entrenamiento: "Es fundamental estar calmado antes de las pruebas para conseguir un mejor rendimiento y resultados satisfactorios".