En el marco de la campaña HeForShe en la Facultad de Ingeniería, la Secretaría de Apoyo a la Docencia y su Coordinación de Programas de Atención Diferenciada para Alumnos (Copadi) organizaron la conferencia Equidad de Género, a cargo del maestro Claudio Tzompantzi Miguel, el jueves 9 de marzo en el Auditorio Sotero Prieto.

El ponente comenzó por explicar que la sexualidad es una construcción compleja con implicaciones biológicas, psicológicas, culturales y sociales. El aspecto biológico, señaló, incluye el sexo anatómico (macho, hembra e intersexual), que a su vez tiene que ver con las relaciones eróticas, afectivas, reproductivas y de género.

Indicó que a pesar de que el pensamiento ha cambiado, aún se adjudican ciertas actitudes y características a los seres humanos en función de su género: las demostraciones públicas de afecto y cursar carreras que involucran cuidado a otras personas se liga a lo femenino, mientras que a lo masculino, la diversidad de parejas sexuales y la elección de carreras que precisan de habilidades cognitivas y fuerza física.

Estas diferencias se ven reforzadas desde la infancia con la elección de juguetes, regularmente enfocados al ámbito privado en mujeres (muñecas, accesorios de cocina y limpieza), al contrario de los hombres, enmarcados en la esfera pública (coches, muñecos de acción y accesorios deportivos), así como el castigo y recompensa por ciertas acciones: "las niñas no juegan brusco", "los niños no lloran".

El psicólogo explicó que una manera muy sencilla de identificar cuando hay un problema de género es ver la misma conducta en un cuerpo diferenciado, y observar si ésta provoca una respuesta distinta según el género. Por ejemplo, en nuestra cultura saludar de beso es permitido entre mujeres no así a los hombres.

Expuso que el concepto de género pretende hacer notar que las desigualdades no dependen del sexo, sino de los constructos que han sido adoptados por la sociedad y que no tienen fundamentos en la biología. Estas inequidades se convierten en violencia, discriminación y prejuicios, al catalogar las conductas esperadas según la morfología y juzgando aquellas que no se ciñen a lo establecido.

"Lo asociado a lo masculino y femenino es una categoría relacional asignada social y arbitrariamente que implica imposición y relaciones de poder; se relaciona con el machismo porque desvaloriza a la mujer y lo que se considera propio de ellas, a la vez que ensalza lo entendido como propiamente masculino. Es así como el machismo mata: a las mujeres, a manos de hombres que demuestran superioridad, y a hombres, en la reafirmación de su hombría", explicó.

Aclaró que la equidad implica que mujeres y hombres, independientemente de sus diferencias biológicas, tienen derecho a acceder con justicia e igualdad al uso y control de los mismos bienes y servicios, así como a tomar decisiones sobre los diversos ámbitos de la vida pública.

La equidad de género lleva a cuestionar cómo aprendimos qué es ser hombre o mujer, cómo estas enseñanzas influyen en nuestras relaciones y desarrollo personal, y cómo construir una sociedad de respeto, sin miedo a la discriminación ni violencia.

"Debemos trabajar para construir un mundo donde las diferencias no se traduzcan en desigualdades y tratarnos como personas, en vez de mujer u hombre, para no actuar a través de estereotipos", concluyó.