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Vida Académica
2017-11-14
Xyoli Pérez y la sismología mexicana
México es una región sísmica con capacidad de producir temblores mayores a magnitud 7 en cualquier momento.
Por: Aurelio Perez-Gómez
Fotografía: Jorge Estrada Ortíz
Comunicafi
Dra. Xyoli Pérez Campos

Dentro del Ciclo noviembre 2017 de los Coloquios del Programa de Alto Rendimiento Académico (PARA) de la Facultad de Ingeniería, se efectuó la plática Sismos del 19 de septiembre de 1985 y 2017: Definición de una Vocación y Algunas Respuestas Sísmicas de la doctora Xyoli Pérez Campos, jefa del Servicio Sismológico Nacional (SSN), el pasado 14 de noviembre en el Auditorio Raúl J. Marsal, organizada por la Coordinación de Atención Diferenciada para Alumnos (Copadi) de la Secretaría de Apoyo a la Docencia.

La doctora Pérez Campos recordó que su primera experiencia con un temblor fue en 1985: "Tenía 11 años y mi madre me llevaba a la secundaria, durante el trayecto sentimos el sismo, el auto se movía como una lancha; sin saber qué había ocurrido, me dejó cerca de la escuela".

Con el propósito de que sus hijos tomaran conciencia de lo que había sucedido, sus padres la llevaron a la esquina de Taxqueña y Tlalpan: "Vi cómo estaban colapsados varios edificios. Esa imagen quedó grabada en mi mente durante muchos años y me llevó a preguntarme: ¿qué es un temblor?, ¿por qué ocurren?, ¿por qué si acontecen tan lejos, afectan tanto al DF?, ¿por qué se cayeron tantos edificios? y ¿qué tengo que estudiar para encontrar las respuestas?"

Después de muchas reflexiones encontró su primera respuesta: estudiar Ingeniería Geofísica. "Al concluirla, me percaté de que muchos de mis cuestionamientos todavía no tenían una solución, entonces tomé la decisión de estudiar sismología en los Estados Unidos".

La doctora Pérez Campos comentó que en nuestro país se tiene la creencia de que un temblor, un sismo o un terremoto son diferentes: "No existe ninguna discrepancia entre estos términos. Cuando nos referimos al sismo del 19 de septiembre, podemos decir que es un temblor o terremoto. Si le preguntamos a un investigador español o sudamericano nos dirá que en tal lugar se produjo un terremoto de magnitud 2.0".

Definió sismo como una fractura repentina de las placas en el interior de la Tierra, la cual libera súbitamente energía que se propaga en forma de ondas. Son movimientos de dos bloques de tierra, "que consideramos como macizos o sólidos, pero se comportan de manera elástica". Cada placa empuja a la otra, lo cual va concentrando energía, hasta que una de las dos no soporta la presión y se fractura. Hizo una analogía: un lápiz doblado por la mitad con ambas manos se deforma y se quiebra, alcanzando su punto máximo de resistencia y generando ondas elásticas que llegan a nuestros oídos: "Lo mismo pasa en la Tierra; dichas ondas recorren las capas terrestres hasta llegar a las zonas habitacionales, lo que sentimos son esas vibraciones".

Los sismos, explicó, tienen dos tipos de origen: los naturales, producidos por movimientos tectónicos, deslizamientos de terreno y por actividad volcánica; y los antropogénicos producidos en la minería, inducidos por reservorios y por explosiones convencionales y nucleares que suelen tener réplicas, como fue la prueba realizada por Norcorea que generó un temblor de 6.6 y una réplica de 5.5.

Nuestro país, agregó, al igual que su flora y fauna, tienen una gran variedad de interacción de las placas tectónicas y el Servicio Sismológico tiene herramientas que le ayudan a estudiarlas: 62 estaciones propias desde Tijuana (Baja California) hasta Tepich (Quintana Roo). Este número se incrementa al integrar otras redes científicas y educativas con las que comparten información; sumando datos de 163 estaciones. A diferencia de California con 400 equipos (una cada mil kilómetros cuadrados y Japón con 1200 (una cada 315 kilómetros cuadrados), nuestro país posee una estación por cada 12 millones de kilómetros cuadrados, "Al ver esto nos damos cuenta porque no contamos con información de muchas regiones". Informó que actualmente se están buscando los recursos para instalar 50 estaciones más.

Mencionó que el SSN cuenta con datos y registros instrumentales sobre terremotos desde hace 100 años y ha reportado 209 sismos con magnitud arriba de 6.5. Se sabe que ha habido sismos en los siglos pasados gracias a trabajos de investigación como Los Sismos en la Historia de México, Tomo I (época Prehispánica hasta principios del siglo XX) y II (aspectos sociales) de Virginia García Acosta y Gerardo Suárez Reynoso. En el Códice Telleriano-Remensis, lámina XVII dice que en el año uno pedernal (1480) hubo un temblor de tierra durante la noche, ejemplificó.

En la Colonia (28 de marzo de 1787): Temblor que se sintió en todas partes del reino, (...) a las once y cuarto de la mañana, (...) las piedras saltaban del suelo y las gentes apenas podían tenerse en pie; los montes retumbaban y desmoronaban, (...) fue tal su duración y el temor de las gentes que (creyeron) es este el último día de su vida.

La obra también reporta un tsunami en Acapulco: con motivo de (un) terremoto, se vio correr el mar en retirada, y luego crecer y rebosar el muelle. La doctora subrayó que se han hecho estudios históricos de sismología sobre éste y se considera que la longitud de la falla fue de 450 kilómetros y que tuvo una magnitud probable de entre 8.4 a 8.6.

Un gran número de mexicanos tiene la creencia de que más vale tener muchos temblores pequeños que uno grande, porque van liberando la energía poco a poco, la jefa del Servicio Sismológico aseguró que esto es una falacia, dado que un temblor de magnitud 8 es 32 veces la energía de uno de 7; mil veces la de uno de 6; 32 mil veces de uno de 5 y un millón de veces de uno de cuatro: "Si transformamos un terremoto de magnitud 8 a 4, necesitaríamos un millón de sismos para liberar el total de la energía". De igual manera, comunicó que, por cada temblor de 8, ocurren 10 de 7, 100 de 6, mil de 5 y 10 mil de cuatro.

Debemos de entender que México ha sido, es y será una región que tiene mucha actividad sísmica, "razón por la cual, se tiene la capacidad de sufrir sismos mayores de magnitud 7 en cualquier momento y lugar", afirmó.

A manera de conclusión, dijo que el inicio de su camino fue un sismo que la llevó a hacerse muchas preguntas, "para las cuales tengo algunas respuestas, pero en mi vida he encontrado otras que me llevan por nuevos senderos. Los invito a cuestionarse y cuestionar sus disciplinas, con el único afán de mejorarlas. Como ingenieros ya identificamos qué se necesita para lograrlo, ahí puede estar la pregunta generadora y la fuente de su vocación. Lo más importante es que encuentren qué les apasiona, ya que lo van a hacer toda su vida".