Las instalaciones universitarias van renaciendo a nuevas formas de convivencia tras anunciarse el regreso paulatino a las actividades presenciales en la UNAM diez días después de haberse declarado semáforo epidemiológico amarillo en la Ciudad de México.
Bajo protocolos y una estrategia de higiene y prevención que incluyen la desinfección de los espacios de trabajo, dispensadores de gel antibacterial que, además, con sus sensores toman la temperatura al ingresar, y señalizaciones que cuidan la sana distancia este lunes 24 de mayo las puertas de la Facultad de Ingeniería se reabrieron para su personal con aforo del 30%.
A estas medidas se suma la aplicación UNAM Salud Covid-19, recién desarrollada para promover la colaboración y cuidado entre quienes regresan a sus actividades de forma presencial, que consiste en una encuesta a los trabajadores para responder voluntariamente antes de dirigirse a su entidad académica, con la finalidad de detectar el riesgo de infección y dar seguimiento a posibles contagios.
Y si bien la incertidumbre está presente, la reapertura divisa esperanza. Con cada espacio que vuelve a ocuparse, se fortalecen los vínculos y el deseo de vernos todos muy pronto, de entablar conversaciones amenas y continuar poniendo el alto el nombre de nuestra universidad como hasta ahora se ha hecho.
Porque aún sin la presencia de todos, nuestro espacio mantiene su espíritu universitario. La resiliencia de cada uno de quienes conforman la comunidad puma aguardaba en los pasillos, jardines, salones, laboratorios y oficinas que se envuelven, de nuevo y paulatinamente, de sonoridad.
Ya lo dijo el doctor Enrique Graue Wiechers rector de nuestra universidad, durante la ceremonia del Día del Maestro, el pasado 17 de mayo: "Cuando regresemos haremos del dolor de las pérdidas humanas parte del pasado que tendremos siempre presente y habremos superado una de las etapas más complejas en la historia de la universidad y saldrá más fortalecida que nunca".