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Vida Académica
2021-11-23
Ni un machismo cotidiano más
La Cinig-FI organiza taller para identificar el machismo diario y contribuir a erradicar la violencia.
Por: Jorge Contreras Martínez
Fotografía: Eduardo Martínez Cuautle
Comunicafi
José Alfredo Cruz Lugo

En el marco de la jornada En Ingeniería Ni Una Más, organizada por la Comisión Interna para la Igualdad de Género de la Facultad de Ingeniería (Cinig-FI), se llevó a cabo, el pasado 23 de noviembre, el taller Ni un machismo cotidiano más, dirigido por el comunicador José Alfredo Cruz Lugo, activista y coordinador de Círculo Abierto.

Los 70 estudiantes participantes tuvieron la oportunidad de responder una serie de cuestionamientos, con la finalidad de reflexionar en torno al machismo en la vida cotidiana, generar ideas e identificar situaciones: ¿los hombres somos violentos o agresivos por naturaleza?, ¿debido a su instinto maternal, las mujeres son mejores cuidadoras?, ¿la paz es la ausencia de la guerra?, y ¿si se educa para la paz y la no violencia, se educa para la desobediencia o para el conflicto?

José Alfredo puntualizó que agresividad (condición inherente de todas las personas, necesaria como motor de vida) y violencia no son sinónimos. "En grupos de trabajo he escuchado cómo se asocia una emoción con una reacción violenta: violenté a mi compañero porque estaba enojado". El enojo, una emoción legítima igual que el amor o la tristeza, no debe justificar la violencia, la cual es selectiva y casi siempre se generaliza: no se busca quién la hizo, sino quién la va a pagar, explicó. Por esto, propuso ser duros con los problemas y suaves con las personas.

Añadió que la violencia sólo puede pararla quien la ejerce: "Los hombres debemos ser conscientes de ella y comprometernos a trabajar en el desarrollo de habilidades, con las que no nacemos, para distinguir la gravedad de esta situación y comunicarnos de una mejor manera". Los insultos, gritos, pellizcos, amenazas y golpes, categorizados como violencia explícita o directa, son la punta de la pirámide.

Le sigue la violencia estructural, implícita en los modelos económicos y culturales en los que descansan las sociedades (vinculada con la salud, la educación o la justicia), que cobra víctimas a cada segundo y se observa en los contrastes existentes en el país. "Es una falacia creer que todos tienen una buena educación o salud (sólo quienes pueden pagarla); lo mismo pasa con la justicia: he conocido mujeres en la Huasteca que pagan condenas por asesinato cuando interrumpieron su embarazo, pues, desafortunadamente, el acceso a la justicia social depende del lugar en donde estás. Quién eres no garantiza la sobrevivencia", sentenció.

Debajo, en la base de la pirámide, está la violencia cultural de género, asociada a las respuestas rápidas que dieron a las preguntas del ejercicio. "Son todas aquellas creencias en torno a ser masculino o femenina. El problema es que dichas ideas justifican nuestras conductas y se convierten en un nuevo orden social que legitima machismos cotidianos; son prácticas instaladas en nuestro día a día que generan una brecha difícil de cerrar", señaló.

Por eso, enfatizó, premisas como la paz es la ausencia de la guerra se convierten en una falacia, ya que no se requiere un conflicto bélico para tener una cantidad elevada de muertos. "Gandhi decía que la paz no era ausencia de guerra, sino la búsqueda permanente de la justicia, que implica dinamismo".

Cuestionar para transformar

José Alfredo Cruz propuso a los participantes incidir en la base de la pirámide, cuestionando una serie de prácticas que para el imaginario social es una forma de ordenar. "Por ejemplo, puedo estar justificando una desigualdad si asocio el cuidado con el instinto maternal, sin la certeza de dicho instinto. A veces culpamos a la biología cuando hemos implantado el cuidado a las mujeres a través del juego del té, la planchita o las muñecas, y convertirlo en un rol de vida".

En cuanto a la masculinidad, el tallerista considera que desde las bases más rígidas sólo se apuesta a no ser o parecer una mujer, homosexual o niño, surgiendo así los mecanismos de discriminación, misoginia y homofobia que hay que cuestionar. Recordó que, en nuestra cultura, la obediencia es una virtud y es bien visto responder mande (servilismo implícito). Por ello, asegura que desobedecer a través de la crítica es un derecho humano, y que educar para la paz y la no violencia, con aprecio a la diversidad y promoviendo relaciones basadas en el respeto y el diálogo, es el camino para transformar el tejido social. "No será sencillo, fácil ni rápido, los procesos son tan graduales que los hombres apenas estamos tratando de involucrarnos; es posible si todas, todos y todes nos comprometemos", finalizó.

En este evento, el doctor Carlos Agustín Escalante Sandoval, director de la FI, hizo un pronunciamiento de cero tolerancia frente a la violencia contra las mujeres, reiterando la voluntad de atender las demandas. "En la Facultad se está actuando para erradicar la violencia de género con el propósito de favorecer un clima que enaltezca la integración, la inclusión, la pluralidad y la libertad de acción de su comunidad. En congruencia con esta visión, con ánimo participativo, se perfeccionan los mecanismos y protocolo de atención, el acompañamiento y seguimiento de estos casos", declaró.