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Investigación y Vinculación
2022-05-05
Misiones tripuladas: vida en el espacio
La agrupación UNAM Space de la FI organizó una ponencia sobre la medicina en los viajes cósmicos.
Por: M. Ed Aurelio Pérez-Gómez
Fotografía: Antón Barbosa Castañeda
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Doctor Carlos Salicrup Díaz

Como parte de la XVIII Feria de Agrupaciones Estudiantiles, la asociación UNAM Space coordinó, el pasado 5 de mayo, en el Auditorio Sotero Prieto, la ponencia magistral vía streaming Misiones Tripuladas, la Vida en el Espacio por la Vida en la Tierra, dictada por el doctor Carlos Salicrup Díaz de León. En el presídium estuvieron Giovanni André Torres Marín, presidente de la sociedad; Luis Sergio Luyando Áviles, vicepresidente; y Martín Giovanni Montoya Arenas, secretario.

El doctor Salicrup, médico egresado de la Facultad de Medicina (UNAM), es especialista en medicina aeroespacial en la Washington State University (programa auspiciado por la NASA) y piloto de aviones tipo Boeing 737 de AeroMéxico. Tiene el cargo de médico examinador en la Administración Federal de Aviación de México, los departamentos de Transporte de Canadá y en los Servicios de Evaluación de Veteranos de Guerra y de Defensa de Estados Unidos. Ha participado en misiones análogas a Marte y es profesor en cursos de posgrado en la UNAM y la Universidad de Sonora, y de la residencia en medicina aeroespacial de Wright State University.

El ponente inició corrigiendo lo que los ciudadanos suelen pensar sobre medicina aeroespacial: "Creen que nos dedicamos a estudiar extraterrestres en el Área 51 y el Hangar 18 de la Base Aérea Wright-Patterson. Nada más lejano a la realidad, basta con echar un vistazo a estos lugares y darse cuenta de que todo eso es una falacia. En dicha base realicé mi primer año de entrenamiento; las instalaciones están dedicadas a la investigación de este campo de la medicina y a otros estudios aeroespaciales". Durante su formación como médico aeroespacial, agregó, cursó varias materias diferentes a su formación tradicional: medicina espacial, de aviación, ocupacional e hiperbárica, epidemiología, toxicidad, accidentes aéreos y espaciales, supervivencia y medicina en ambientes extremos y urgencias, entre otras.

El conferencista recordó al cosmonauta ruso Valeri Vladímirovich Poliakov, quien es el ser humano con el mayor tiempo fuera de la Tierra, con 437 días y 18 horas en un solo vuelo (enero de 1994 a marzo de 1995), y a las primeras mujeres astronautas, sus heroínas: Valentina Tereshkova, quien, a los 26 años, en 1963, se convirtió en la primera en visitar el espacio exterior con 70 horas de vuelo y 48 vueltas a la Tierra en la VI misión del programa Vostok; Svetlana Savítskaya, la primera en dar "un paseo espacial" en su estancia en Salyut 7, en 1984, dado que estuvo fuera de esa estación durante 3 horas y 35 minutos efectuando trabajos de montaje, cortes de metal y soldaduras, y la primera en viajar dos veces; Sally Kristen, la primera estadunidense en el espacio exterior (1983), y Liu Yang, quien como miembro de la tripulación de la misión Shenzhou 9.2, en 2012, se convirtió en la primera china, taikonauta, en realizar un viaje al espacio, además, tiene el grado de mayor en el Ejército Rojo.

Comentó que las misiones próximas contemplan varios viajes orbitales, el retorno y la creación de un campamento en la Luna, y otro en Marte, y que, para lograrlos, debemos de ser capaces de desarrollar tecnologías nuevas y estudiar cómo afectan estos ambientes a los astronautas. Afirmó que debemos entender que los seres humanos y demás organismos están diseñados para una vida sobre la superficie terrestre y ambientes relativamente amigables. "Por lo cual, estudiar cómo se adaptan a otros lugares y entornos más hostiles es fundamental para los viajes espaciales y establecer líneas de acción y contramedidas para que causen el menor daño posible".

Comparó estar en el espacio con colgarse de los pies, es decir, la sangre cambiaría de sentido y, en lugar de ir a las extremidades inferiores, se dirigiría a la cabeza, provocando que se nos hinche, que los ojos se congestionen, los oídos zumben y fuertes dolores. "Simultáneamente, se activa un efecto químico en los riñones, que comienzan a trabajar a marchas forzadas, depurando y expulsando más agua de lo normal e, incluso, procesando plasma. Al cabo de una semana, estaríamos perdiendo cerca de litro y medio de volumen sanguíneo (en la Tierra produciría un shock hipovolémico). No obstante, nuestro cuerpo es capaz de compensar estos cambios a través de las válvulas que tiene; en consecuencia, es esencial analizar estas situaciones y buscar soluciones. En ese tenor, está la microgravedad, que puede causar diversos daños en el ser humano, como efectos vestibulares, musculoesqueléticos, hematológico e inmunológico", detalló.

Las operaciones médicas, aclaró, no se pueden realizar en el espacio: si la intentáramos, como en la Tierra, la sangre y los órganos saldrían del cuerpo, flotarían. "Por esa razón, debemos desarrollar nuevas técnicas —aprender a operar en gravedad cero o con la de la Luna o Marte— así como inventar tecnologías para hacerlas, como es el caso de una máquina de ventilación de anestesia que se fabricó en una impresora 3D, por el doctor Naoyuki Ishikita, director del Departamento de Innovación de Equipos Médicos del Hospital Nacional de Niigata, proyecto en el que colaboro". Añadió que el cuerpo humano en el espacio sufre mucho estrés: quienes padecieron varicela en la niñez, pueden presentar herpes-zóster u otros problemas: "El espacio no es un ambiente amigable para nuestros órganos ni para nuestra propia mente, la cual también se ve estresada y alterada tanto en sus funciones físicas como intelectuales".

Otro de los mayores problemas de estos viajes son los suministros que actualmente tienen que ser transportados: "Esto no lo podremos hacer cuando hagamos misiones más largas como a Marte, de ahí que es necesario inventar sistemas de reciclaje y de autogestión. En el campo de la comida, se están efectuando diversos estudios con insectos para obtener proteínas de buena calidad; por ejemplo, cada cucaracha china tiene 25 gramos de proteína". En el caso de los invernaderos o de la siembra, se considera la hidroponía, ya que el planeta rojo no tiene tierra como la nuestra. Con la información enviada por las sondas rovers sobre los componentes de la superficie marciana, se han hecho investigaciones de qué plantas podrían sembrarse, la única que ha dado algunos brotes es el algodón, "la solución será hacer composta con los desechos orgánicos de todo y de todos", aseveró.

A las preguntas por qué ir al espacio, regresar a la Luna o hacer el viaje a Marte, respondió que es una forma de extender la civilización, la presencia humana fuera de la Tierra y posibilitar un asentamiento: "Es sabido que los pueblos que no se expandieron, se colapsaron y desaparecieron. Las principales civilizaciones de la historia fueron aquellas que viajaron y conquistaron territorios desconocidos, lo cual los llevo a evolucionar y florecer". Al mismo tiempo, en el campo científico, se avanzará en varias áreas del conocimiento y responderán a muchas interrogantes de la historia del planeta, el sistema solar y el universo, así como de nuestro sitio dentro del mismo. "Cien años después del descubrimiento de América, el mundo sufrió una revolución industrial. Yo, ya no quiero viajar en un aparato con 4 ruedas, un motor que quema una sustancia para moverse", expresó.

Las misiones de larga duración ofrecen expectativas para una vida en la Tierra más sencilla, explicó que, durante la preparación para estos viajes, se crearán y probarán nuevos sistemas tecnológicos, operaciones de vuelo y técnicas de exploración que permitirán reducir los riesgos e incrementar la productividad. En el ámbito internacional, se promueve la firma de acuerdos globales para alcanzar objetivos comunes y realizar actividades compartidas y pacíficas de las naciones; en el económico, se ampliará su influencia y beneficiará la vida terrestre, y en el social, se aplica un programa de vanguardia para comprometer al público, alentar a los estudiantes y ayudar a desarrollar individuos calificados para vencer los retos. "En resumen, es esencial fomentar el estudio de la ciencia para mejorar y optimizar los recursos que tenemos en el planeta", subrayó.

Con respecto a los beneficios colaterales, casi todo lo que usamos en nuestra vida diaria, como en la medicina moderna, tiene tecnología espacial: cultivos de tejidos, angioplastia láser, sistemas de imagenología nuclear cardiaca y médica, de análisis de marcha marcapasos programable, de rastreo ocular, de fisioterapia con energía luminosa, autónomos para bomberos y personal de enfriamiento, desfibrilador implantable, bomba de insulina, microsensor de temperatura, termómetro timpánico, análisis de profundidad de quemaduras, remapeo visual, lector de computadoras para ciegos, entrenadores de visión y de conversación, compuestos para sillas de ruedas, controlador de vehículos para cuadripléjicos, simulador de tejido humano, analizador de sangre, telemedicina, detector de microbios, biorreactor rotatorio (sistema de cultivo celular), monitor de vejiga, aparato para biopsias CCD (transductores mamarios de silicón), aparato de seguimiento ocular, analizador de citometría de flujo, analizador de ADN, estimulador muscular, telemedicina, MAST, dispositivo de asistencia ventricular, analizador mecánico de respuesta tisular, "brackets" dentales invisibles, automatización del urianalisis, dosímetros de radiación, estereofotogrametro espinal (medición de posición y forma en una imagen), escaladora robótica, cirugía virtual, sábanas térmicas (EMS), analizador de gases médicos, recubrimiento UV para lentes de sol, cristalografía 3D, silla de ruedas controlada por voz. Para finalizar, citó la frase de Konstantín Tsiolkovski: "La Tierra es la cuna de la humanidad, pero no se puede vivir en la cuna para siempre".