El pasado 27 de julio en el Auditorio Javier Barros Sierra, el doctor Carlos Vega Ortiz, investigador de la Universidad de Utah, EUA, impartió la conferencia Interacciones Químicas y Geomecánicas en el Transporte y Almacenamiento de Dióxido de Carbono en Mudstone Carbonáceo y Carbón Mineral, organizada por la División de Ingeniería en Ciencias de la Tierra (DICT) de la Facultad de Ingeniería y el Seminario Universitario sobre Investigación en Hidrocarburos (SUIH) de la UNAM.
El ponente señaló que el sistema de captura y almacenamiento de dióxido de carbono (CO2:) es viable como método para combatir los efectos del calentamiento global y procedimiento de transición hacia el uso de energías más limpias y sin emisiones de gases invernadero. Desde la década de 1950 el consumo energético proveniente de fuentes fósiles ha aumentado a tal punto que en la actualidad representa un 75 por ciento de la energía utilizada. "Para solucionar esta problemática, se busca un balance: reducir las emisiones de gases invernadero y aumentar la absorción natural del dióxido de carbono", explicó.
Este método de almacenamiento consiste en la captura y compresión del CO2:, su transporte al yacimiento minero y su aislamiento de la atmósfera a través de procesos químicos que permiten que sea adherido por el carbón mineral, el cual tiene más potencial que otros minerales para fijar el dióxido de carbono a sus moléculas, debido a sus características particulares de porosidad, inyectabilidad y permeabilidad.
En su investigación, el doctor Vega Ortiz realizó una evaluación geológica y experimental para determinar la factibilidad de almacenamiento y transporte de dióxido de carbono en muestras de carbón, arenisca y shale, y midió los cambios que ocurrieron en cuanto a su presión, temperatura y desplazamiento.
Finalmente, mencionó ha trabajado en dos casos de yacimientos que tienen propiedades para almacenar CO2: uno de carbón mineral en el centro de Utah, con capacidad de almacenamiento por unos 100 años para hasta 22.4 gigatoneladas de hidrocarburos, y un acuífero profundo en Tula, Hidalgo, capaz de guardar 1.1 gigatonelada.