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Investigación y Vinculación
2024-04-16
Tenochtitlan: un viaje a la grandeza
Egresado de la Facultad de Ingeniería participó en proyecto de reconstrucción 3D de la ciudad mexica.
Por: Elizabeth Avilés Alguera
Fotografía: Eduardo Martínez Cuautle
Comunicafi
El ingeniero Andrés Semo en entrevista

En 1518, el corazón de Tenochtitlán resonaba a lo largo de sus canales; el esplendor de esta ciudad se erigía sobre uno de los cuerpos de agua más grandes del mundo y una serie de templos, chinampas y calzadas se alzaban como testigos de una civilización vibrante y compleja: la vida palpitaba con una energía única y su gente compartía una profunda conexión con la tierra y el agua que les daba sustento.

La visión y el imaginario de ese pasado milenario ha sido posible gracias a la literatura histórica, la antropología, el arte... y, desde hoy, la tecnología de punta que el equipo conformado por el artista holandés Thomas Kole, el ingeniero geomático (FI-UNAM) Andrés Semo y Rodrigo Ortega, traductor de náhuatl, empleó para una reconstrucción 3D de la ciudad mexica en 1518, basada en fuentes históricas y antropológicas.

Retrato de Tenochtitlán es el resultado de una labor compleja y fascinante de tres años, que compagina la tecnología moderna con la investigación histórica (Bernal Díaz del Castillo y, principalmente, el mapa de Uppsala, Tlatelolco 1556). En entrevista, Andrés Semo García comparte el detrás, los hallazgos y reflexiones de este trabajo colaborativo que culminó con una publicación, por primera vez en náhuatl, en la revista National Geographic.

Tenochtitlan: pasado y presente se entrelazan

El proyecto empezó por curiosidad, según lo cuenta el artista Thomas Kole a National Geographic (entrevista de septiembre,2023) a pocos días del lanzamiento del sitio Retrato de Tenochtitlán. Descubrir que en el centro de la capital mexicana yacían los restos de la ciudad más grande del mundo en 1518, lo cautivó. Thomas quería entender cómo esa metrópoli que tenía muchos problemas resueltos, en términos de ingeniería y convivencia social, comparada con otras de aquellos tiempos —Londres o París— se convirtió en la Ciudad de México que toman de ejemplo en Europa y países de Asia "de lo que sucede cuando no se cuida el entorno y los recursos", platica Andrés.

Y es que, si bien el Retrato de Tenochtitlán nos sumerge cautivadoramente a través del tiempo y el espacio en una de las ciudades más importantes de la historia, también desentraña sus misterios y relación con el agua (crucial para el desarrollo de su civilización) para ofrecer una visión única sobre el impacto histórico de la conquista española en la cuenca de México e invitar a la reflexión sobre el presente y futuro de la Ciudad de México en términos de sostenibilidad.

Desde niño, Andrés se interesó en la historia, por influencia de su abuelo (historiador) y su padre (comunicólogo con inclinación hacia la materia); después, en el CCH Sur, en la fotografía aérea y que lo motivó a ingresar, en 2010, a la carrera de Ingeniería Geomática, donde se empapó de los temas de percepción remota, mapas y drones y de su gran utilidad en el mundo. Al egresar, decidió desenvolverse como documentalista e investigador independiente con proyectos que combinaban sus dos pasiones: la fotografía aérea y la historia.

"Cuando Thomas me buscó, ya tenía curiosidad sobre Tenochtitlan y todo coincidió. Lo primero que hicimos fue realizar las tomas con drones y elaborar la georreferenciación de la isla en 1518, ambos implicaron grandes retos: encontrar los puntos de la ciudad idóneos para las fotografías y luego la representación de un lugar que eran tan bello con uno lastimado", refiere.

Reconstrucciones como las de Teotihuacán y Monte Albán, explica, se han hecho gracias al empleo de la fotogrametría, pero con Tenochtitlan el desafío era mayor puesto que la ciudad ya no existe ni hay evidencia física que funcione para realizar un comparativo. Por eso se dieron a la tarea de utilizar la guía de medidas y ubicaciones de los templos (INAH), así como contrastar fuentes bibliográficas, y, una vez que tuvieron el modelado principal basado en el mapa de Uppsala, comenzaron a reproducir la zona chinampera y delimitar la ciudad utilizando Blender (modelado 3D). Todo, en un periodo de tres años con financiamiento propio.

Luego, hacia el final del proyecto, se incorporó Rodrigo Ortega para realizar la traducción e interpretación al náhuatl. "Nos importaba mucho que, además de español e inglés, también se publicara en la lengua de Tenochtitlan porque era una forma de devolver la dignidad a la ciudad; es una herida que aún no cierra", explica el ingeniero.

Hallazgos

Desde la perspectiva de la Ingeniería Civil, la reconstrucción de Tenochtitlan evidenció que habitamos un espacio que no estaba destinado para una ciudad tan grande. Andrés recuerda de forma especial una toma que realizó detrás del Palacio de Lecumberri: "Tenochtitlán nos habla; sus canales siguen ahí, pero ahora son calles, por ejemplo, se aprecia perfectamente que República del Perú es una acequia y lo que llamamos hoy La Lagunilla era el cuerpo de entrada de agua al mercado de Tlatelolco, el más grande del mundo".

Después de la conquista llegaron la ganadería y la contaminación. Tenochtitlan fue devastada en muchos sentidos: los nuevos gobernantes entendieron muy rápido el valor del agua, por lo que secar la ciudad fue una forma de control en la Nueva España y, como el tiempo apremiaba, no destruyeron los canales, sino que los convirtieron en calles, explica el ingeniero. Añade el papel que jugó el ingeniero novohispano Enrico Martínez, quien desvió el agua de los lagos mediante un gran canal (el primer desagüe artificial) hacia el Golfo de México. "Ahí empezó la desecación de la Cuenca de México", asevera.

Con el paso de los siglos todo cambió, relata, y la última oportunidad para que la Ciudad de México salvara sus lagunas fue en el Porfiriato, sin embargo, se dio prioridad a las calles y al automóvil. Nunca más se recuperó el abasto de agua ni la pulcritud que caracterizaban a Tenochtitlan. Semo espera que el trabajo sea una invitación a reflexionar sobre la problemática del agua y la necesidad de tomar decisiones diferentes hacia el futuro, como respetar las pocas áreas de recarga que quedan en la ciudad. "Individualmente no estamos logrando mucho; tenemos que exigirlas a nivel colectivo", manifiesta.

La tecnología, herramienta de preservación y divulgación

Según las investigaciones y reconstrucción del equipo, Tenochtitlan estaría delimitada al sur en Chabacano; al Oriente, alrededor de Lecumberri; al norte, Tlatelolco (porque en 1518, tras la guerra, ya era parte de la ciudad), y al Poniente, más allá de La Alameda, a la altura de la avenida de los Insurgentes. Una vez concluido el proyecto, abunda Andrés, recibieron retroalimentación de director del Programa de Arqueología Urbana del Museo del Templo Mayor, Raúl Barrera, quien en lo general avaló la información, con la salvedad de la distancia incierta entre edificios.

Retrato de Tenochtitlan evoca al imaginario colectivo y es fruto de una de las pocas investigaciones que se han hecho en la ingeniería. Desde octubre y hasta el 30 de abril, las imágenes de la reconstrucción se exhiben en el Museo Nacional de Arquitectura, en el Palacio de Bellas Artes.

Por último, el geomático por la FI insta a las nuevas generaciones de ingenieros a combinar disciplinas y enfoques multidisciplinarios para abordar problemas complejos. Su visión es que la ingeniería debe ser una herramienta para mejorar la sociedad y enfrentar los retos actuales, entre ellos, los relacionados con el uso y manejo del agua en la Ciudad de México.

"Como egresados, la UNAM siempre está presente en nuestros actos y para mí es un orgullo que, en este proyecto, al que le he puesto tanto cariño, también esté la universidad", finaliza.

Visita el sitito web del proyecto en https:/S/tenochtitlan.thomaskole.nl/es.html