Con el propósito de abrir espacios de reflexión sobre el rol de los hombres en el ámbito universitario y dar a conocer las acciones de la UNAM para reconocer y erradicar la desigualdad, discriminación y violencia de género, la Unidad Integral de Género (UIG-FI), coordinada por la doctora Ana Beatriz Carrera Aguilar, organizó el pasado 22 de agosto, en el auditorio Raúl J. Marsal, el Conversatorio Programa Integral de Trabajo con Hombres (PROITH), impartido por el licenciado Darío Camacho Leal, titular de este programa.
El licenciado Camacho comentó que el PROITH es una iniciativa de la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM (CIGU), cuyos ejes de acción —trabajo con hombres que han ejercido violencia, prevención comunitaria, corresponsabilidad en el trabajo de cuidados y promoción de la igualdad de género— buscan involucrar a los hombres en el cambio hacia la igualdad de género, tanto a nivel institucional como cultural, y crear espacios seguros para discutir y reflexionar sobre temas de masculinidades. Por ello, consideró importante que los estudiantes de ingeniería reflexionen y opinen sobre el papel de los hombres en la universidad, invitándolos a cuestionar si es necesario cumplir con las expectativas sociales tradicionales que los definen como el "género fuerte, protector y proveedor" para sentirse aceptados. Además, los instó a considerar formas alternativas de construir una identidad masculina que no esté limitada por estereotipos rígidos, promoviendo así una mayor igualdad y libertad en el plano personal y profesional.
Estudiantes opinaron que, culturalmente, la masculinidad se asocia con la idea de que los hombres deben enfrentar sufrimiento como parte del proceso de maduración, lo que incluye soportar desafíos físicos y mentales, mostrar una falta de sensibilidad y restringir el llanto como señal de fortaleza emocional. El licenciado Camacho explicó que este modelo de masculinidad valora la resistencia y el autocontrol sobre la expresión emocional y la vulnerabilidad, e indicó que dichas expectativas sociales imponen una carga emocional significativa en los hombres.
Asimismo, se discutió cómo la masculinidad está moldeada por normas sociales que influyen en la expresión y apariencia de los hombres, dictando la forma en que deben comunicarse, adoptar valores y vestirse en conformidad con estereotipos que asignan roles y comportamientos específicos a cada género, los cuales se vinculan con su papel de los hombres en el ámbito laboral y con estereotipos de sexualidad, donde ciertos trabajos se consideran inadecuados para ellos, aunque se espera que, por ser más inteligentes, los realicen mejor.
También se discutió la asociación tradicional de la masculinidad con la violencia y la agresividad, cuestionando si esta perspectiva es limitada. Además, se sugirió que los roles de género tradicionales, como el de proveedor, deberían incluir el cuidado y la responsabilidad para promover una revalorización de la masculinidad que permita una mayor expresión emocional. Finalmente, se criticaron los roles tradicionales por restringir la expresión emocional y la capacidad de cuidado en los hombres, y se subrayó la importancia de seguir abriendo espacios seguros para el diálogo sobre estos temas.
El licenciado Camacho agregó que la masculinidad es un constructo social más que una cuestión biológica, formada a través de aprendizajes culturales y resaltó que, históricamente, a los hombres se les ha enseñado a ser resistentes y a evitar mostrar vulnerabilidad, lo que afecta su comportamiento en la universidad y en la vida cotidiana. De igual modo, enfatizó la devaluación cultural de lo femenino, como el cuidado y la empatía, y su efecto en la percepción de que el respeto se gana mediante la violencia. Por último, instó a los participantes a reflexionar sobre el impacto de estas dinámicas de género en sus vidas y a buscar formas de promover un entorno más inclusivo y equitativo.