En el teatro griego no es muy común que los personajes femeninos asesinen a sus propios hijos. El filicidio más conocido es la tragedia Medea, de Eurípides, sobre la venganza de una princesa exiliada y abandonada por Jasón. También es tema de Las Bacantes del mismo autor, en la que Ágave, bajo el hechizo del dios Dionisos, asesina a su hijo con sus propias manos, creyéndolo un león, decapitándolo con la ayuda de otras mujeres. El pasado 13 de noviembre, en el auditorio Javier Barros Sierra, Las Bacantes fue presentada por el colectivo Purpúreo Morapio: la audiencia de la Facultad de Ingeniería presenció el terrible castigo del personaje por no querer honrar a Dionisos.
Entre las varias lecturas de esta obra de Eurípides se percibe la del hetero-patriarcado: el machismo que sojuzga a la mujer, es decir, que lo diferente de la hetero-norma necesita ser detenido, aplastado, exterminado. La idea de que un grupo de mujeres viva su libre albedrío y sexualidad es una ofensa para un rey, Penteo, que no entiende esta conducta, considerada indigna para el pueblo de Tebas. Todo le es tan extraño, incluso el largo del cabello de Dionisos en su forma humana, que lo considera femenino, igual que su comportamiento provocador y ambiguo, como un sexy Freddie Mercury griego.
La clara provocación de Dionisos es el juego de la araña con la mosca: su víctima cae en su red de insinuaciones, lo enreda poco a poco y lo lleva con perversa alegría a su inevitable y horrendo final. En su último movimiento, propicia que Penteo pierda la cordura y se haga pasar por mujer para poder espiar a las bacantes y, al final, atacarlas. Dionisos se da cuenta de que, en el fondo, la razón es más sexual y hace que Penteo se justifique: "por el bien de Tebas...". Por eso, se travestirá e irá por las partes más ocultas de la ciudad para que no lo vean; con divertida crueldad, Dionisos le acomoda los rizos del cabello.
Este último acto de Dionisos hace que Penteo se quiebre y, en frenesí, vaya a su destino y sea descubierto por las bacantes, quienes, junto a las ménades, lo desmembrarán con inusitada furia, fuerza física y odio. Ágave rompe su espejismo, donde juraba luchar con un león y arrancarle la cabeza para llevarla clavada en una lanza, y se da cuenta, por sus horrorizadas compañeras, de que se trata de la cabeza de su hijo Penteo. Al final, enloquecida y desolada, arrulla tiernamente los restos ensangrentados y vaga por la ciudad.
Esta tragedia de Eurípides, en una excelente puesta en escena del colectivo Purpúreo Morapio, deleitó al público de la Facultad por las magníficas actuaciones y el efectivo vestuario, cuyos colores y texturas marcaban la distinción entre los sexos, las clases sociales y las personalidades de los personajes mediante una sencilla usanza griega con toques de modernidad. La obra, ejemplo del buen teatro universitario hecho por alumnos de Filosofía y Letras-UNAM de Literatura Dramática y Teatro, es ganadora del V Concurso de Teatro Alfonso Reyes, y se presenta en temporada itinerante por facultades y escuelas de la máxima casa de estudios.