El pasado 4 de abril, el Taller Coreográfico de la UNAM (TCUNAM), dirigido por Irina Marcano, inauguró su temporada 113 con el programa Intersecciones, que convirtió el auditorio Javier Barros Sierra de la Facultad de Ingeniería en un lienzo de emociones y movimiento, ofreciendo a la comunidad universitaria estrenos mundiales, piezas premiadas y la innovación de jóvenes coreógrafos, ratificando el compromiso de la FI con la difusión cultural.
En entrevista, la directora artística Marcano subrayó la importancia de recuperar presentaciones para los estudiantes en su propio territorio. "A veces no nos invitan porque piensan que sus foros no tienen las condiciones ideales, pero justo apostamos a intervenir estos auditorios e incluso áreas al aire libre sin ceñirnos a la tradición del foro a la italiana. Históricamente, nuestro público ha sido universitario, y una vez que aprendió a ver danza en estos espacios, nos han acompañado durante 55 años de trayectoria". Uno de los ejes del programa, precisó, fue la inclusión de obras creadas por los mismos bailarines del Taller que abordan temáticas actuales: "Así establecemos un vínculo directo con los estudiantes desde una mirada joven y contemporánea al expresarse no sólo como intérpretes, sino también como creadores", afirmó. Fue el caso de las piezas Vestigios, de Paulina Segura, y 4 AEM, de Carreón-Ramón, donde los bailarines-coreógrafos indagan en la memoria colectiva y las relaciones humanas en la era digital.
La velada inició con Huma de Melva Olivas, asistente de la dirección artística del TCUNAM, interpretada por Ana Laura Barragán y Edith Carreón, una pieza que explora la conexión humana mediante movimientos fluidos, acompañada por la música minimalista de Nils Frahm. "El arte nos permite hablar sin palabras", resaltó Olivas antes de la función. A continuación, se presentó Vestigios, creación e interpretación de Paulina Segura, en tres minutos, que confronta al público en torno a la memoria y la fugacidad, utilizando una banda sonora original de Saúl Domínguez. La autora, bailarina y también diseñadora del vestuario, explicó que la pieza nació de "una necesidad personal de cuestionar lo que dejamos atrás".
El coreógrafo Héctor León mostró Indolente — interpretada por Ángel Rueda y Salvador Sánchez, quienes fusionaron ritmos electrónicos de Hauschka con movimientos que evocan la resistencia cultural — y Mira, mírala — que reflexiona sobre la identidad femenina a través del dúo de Barragán y Ruth Morán, integrando danza contemporánea con elementos urbanos — en "busca de reflejar las múltiples capas de la sociedad actual". La siguiente pieza fue 4 AEM, creación de Karla Edith Carreón y Nadia Ramón, donde las intérpretes articularon estilos con música de Berlinist y Dirk Maassen. Posteriormente, Trío in D — desarrollado por Estefanía Gómez, Vianey Rodríguez y Alia Velasco — rindió homenaje al Intermezzo de Manuel M. Ponce, destacando la sincronía y la técnica depurada del elenco.
Alfredo Tame impactó con Zona de apego, un solo interpretado por Alfredo Alarcón que puso a prueba los límites corporales mediante una banda sonora experimental. "Es una metáfora sobre las relaciones humanas en la era digital", explicó. El programa concluyó con TRINUM (primer lugar del concurso interno de la Compañía Nacional de Danza 2015), dirigida por Irina Marcano e interpretada por Barragán, Carreón y Morán en una secuencia de figuras geométricas, acompañadas por los sonidos etéreos de Ondrej Smeykal.
Al dirigirse al alumnado de la Facultad de Ingeniería, Marcano los exhortó a creer en el arte: "ya que cambia la vida, llena el alma, abre el espíritu y nos conecta con cosas que no podemos imaginar. En tiempos difíciles, también nos permite desconectarnos de realidades duras". Finalmente, la directora hizo un llamado a valorar la oferta cultural universitaria: "Vengan a ver no sólo al Taller Coreográfico, sino todo lo que la UNAM ofrece. El Centro Cultural Universitario y otros espacios son para ustedes".