La Facultad de Ingeniería da un paso histórico en el camino de la ciencia y la tecnología: incorpora el espacio a la vida del hombre al albergar en su Unidad de Alta Tecnología (UAT) de Juriquilla, Querétaro, la primera estación terrena para operar satélites científicos y de investigación en México.

Esta iniciativa de la UNAM, de acuerdo con el doctor José Alberto Ramírez Aguilar, investigador de la UAT, permitirá desarrollar el sector espacial del país formando ingenieros, maestros y doctores con las capacidades para innovar en los ámbitos de tecnología espacial, telecomunicaciones, el estudio de materiales, electrónica, transmisores, receptores y la creación de software.

La estación terrena espacial podrá comunicarse con satélites de órbita baja entre 400 y 1300 kilómetros de distancia del territorio nacional y con la Estación Espacial Internacional (ISIS por sus siglas en inglés) con lo que se obtendrá información científica, como temperaturas, corrientes, voltajes, presión atmosférica y otros parámetros, además de la medición de contaminantes desde el espacio y el estudio de la ionósfera, entre otras funciones.

Cuenta con equipos que pueden recibir hasta 50 megabits por segundo y antenas que giran 360 grados, lo que permitirá recibir información de hasta tres satélites al mismo tiempo y, en el caso de los de diseño mexicano, enviar señales para verificar su estado interno u ordenar que se apaguen después de cierto tiempo.

A pesar de que no se tiene acceso a la información de los satélites existentes debido a que se encuentra encriptada por la instancias privadas a las que pertenecen, el Centro ya está listo para trabajar con proyectos como el próximo lanzamiento del Ulises I, un nanosatélite artificial creado por el Colectivo Espacial Mexicano y el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica.

Sin embargo, el potencial de la estación radica en que la UAT forme los recursos humanos necesarios para desarrollar nuevos satélites destinados a la ciencia y la investigación que hacen falta en el país para impactar en áreas como las de geocinecias, meteorología y prevención de desastres naturales.

El magno proyecto espacial orientado al trabajo científico y de investigación es una realidad posible por los esfuerzos de la UNAM y el Instituto de Ciencias Nucleares, además del apoyo del Programa de Laboratorios Nacionales del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para el equipamiento de la estación terrena.