Corría el frente frío número mil de la temporada invernal; afuera del Auditorio Sotero Prieto llovía suave pero persistentemente lo cual hacía más gélida la tarde. Mientras tanto, adentro sonaban las notas, las risas de los antiguos y nuevos tunos que hacían vibrar el recinto al son de sus interpretaciones, con la única intención de pasar un buen rato en la víspera del día de la amistad, el 12 de febrero.
Por ser el mes del amor, entonaron canciones como Enamorada, Serenata tapatía, Muñequita linda, ¿Por qué?, Lágrimas negras, Motivos 2 y también tocaron algunas de tintes pícaros. En Los males de Micaela, un tuno representó a la mujer ataviado con una capa encima de la cabeza, y otro, al doctor que al auscultarla le preguntaba dónde tenía dolor. "Ahí doctor, ahí cerquita...", respondía. "¿En qué otro lugar?", preguntó el doctor al público, y una chica respondió "la rodilla". Entre risas y sonrojos de la joven estudiante, el doctor fue por ella para que le indicara el lugar preciso.
Entre canción y canción cada uno de los integrantes de la Tuna aprovechó para presentarse, uno de ellos lo hizo con acrobacias, tocando el pandero y brincando al estilo de un baile del siglo XIII. Llegó el momento en el que la Tuna pidió a los asistentes buscar debajo de su asiento el número premiado del sorteo de una canción. La ganadora fue una joven a la cual subieron al escenario y, luego, un tuno la sacó a bailar.
Al final desfilaron por las escaleras laterales a la salida del auditorio y en el lobby continuó la fiesta. Al compás de Clavelito, los tunos sacaron a bailar a las demás estudiantes que acudieron al concierto. Afuera, ya sin lluvia, empezaba a salir el sol, pero ya no era necesario para calentarnos, después de este concierto teníamos nuestro solecito interior brillando a todo lo que daba.