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Vida Académica
2016-10-12
Contaminación atmosférica en la CDMX
El doctor Rodolfo Sosa aborda la problemática de la contaminación ambiental en el ciclo Educación y Ecología.
Por: Erick Hernández Morales
Fotografía: Jorge Estrada Ortíz
Comunicafi
Ponencia Contaminación Ambiental

En el marco del Ciclo de Conferencias Educación y Ecología que organiza el Centro de Docencia Ingeniero Gilberto Borja Navarrete, el doctor Rodolfo Sosa Echeverría impartió Contaminación Ambiental, una ponencia basada en un trabajo conjunto con el biólogo Pablo Sánchez Álvarez y el doctor Humberto Bravo Álvarez en el Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.

El doctor dijo que la historia de la mala calidad atmosférica en la Ciudad de México y la zona metropolitana tuvo un parteaguas a mediados de los ochenta, época en que la calidad del aire estaba deteriorada por la presencia de partículas suspendidas (PST), dióxido de azufre (SO2) y plomo.

A raíz de un estudio epidemiológico que encontró plomo en el cabello de los niños se emitió un decreto gubernamental para que Pemex redujera este elemento en las gasolinas. Asimismo, para disminuir el dióxido de azufre, se cambió el combustolio en las termoeléctricas por gas natural.

Como consecuencia de ambas medidas apresuradas, aumentaron los llamados precursores de ozono: los óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles (COV) que dan origen al ozono, gas que en la actualidad afecta gravemente la atmósfera de la Ciudad. Dijo que a partir de ese hecho la mala calidad atmosférica aumentó exponencialmente hasta 1991, el año más contaminado de la historia de la ciudad; posteriormente la calidad ha mejorado, aunque sigue siendo mala.

Indicó que la Ciudad está inmersa en un reactor fotoquímico con todas las condiciones para que se presente contaminación atmosférica de tipo fotoquímico y que algunos de estos factores son naturales, como es el caso de la altura.

Considera que no existe una solución a corto plazo, aunque sí es posible alcanzar una meta de calidad ambiental deseada con medidas aditivas a mediano y largo plazos; un ejemplo es la recuperación de la calidad atmosférica de Pittsburgh, Pensilvania entre 1925 y 1998. Afirmó que las medidas deben ser evaluadas con el más alto nivel técnico antes de implementarlas y tener un seguimiento estricto.

Una medida indispensable es que toda estación de servicio de combustibles cuente con un sistema de recuperación de vapores para contrarrestar los riesgos de los compuestos orgánicos volátiles, los cuales son precursores de ozono y tóxicos.

Sobre la composición de las gasolinas, muy difícil de controlar desde que era responsabilidad de Pemex, alertó que ahora no se cuenta con ninguna instancia que regule a las nuevas empresas que comenzarán a operar a raíz de la Reforma Energética.

Contar con un transporte público de calidad y sustituir el de baja capacidad por otro de mayor, que establezca rutas y horarios específicos, también contribuiría a reducir la contaminación. Abundó que la corrupción en la entrega de calcomanías es un gran problema para cumplir con los niveles de emisiones requeridas en el caso de los vehículos privados.

Otra recomendación es fortalecer la colaboración entre la industria y la academia, ya que es necesario inculcar una cultura ambiental y multidisciplinaria desde las aulas. Para concluir, comentó que el cuidado de la calidad ambiental en una población es un asunto de convivencia civilizada, por lo que hay que comenzar desde nuestro ambiente cotidiano.