En el marco del XV Ciclo de Conferencias de la División de Ingenierías Civil y Geomática (DICyG), el pasado 22 de febrero se presentaron Luis Esteva Maraboto, Neftalí Rodríguez Cuevas y Marha Sánchez Armendáriz para exponer en torno a las ingenierías sísmica, del viento y del concreto, respectivamente.

El doctor Esteva, investigador emérito del Instituto de Ingeniería (II-UNAM), en La evolución de la Ingeniería Sísmica en México, Tendencias y Retos, habló de los avances en las normas de diseño y la importancia del análisis estructural para evitar daños y colapsos.

Considera que el temblor del 28 de julio de 1957 fue un parteaguas para los estudios de la sísmica. "No fue tan grande, pero no se tenía registro de otro similar. A partir de ese momento se propusieron actualizaciones a los reglamentos y mapas para determinar las áreas más susceptibles".

Agregó que la Ciudad de México es una urbe de suelo blando en algunas regiones y un periodo dominante del terreno peculiar, que provocan la amplitud de los movimientos.

En 1985 ocurrió un devastador terremoto de magnitud 8.1 en la brecha sísmica de Guerrero, (10 mil muertos y 50 mil damnificados). "Las lecciones que nos dejó fue la importancia de comprender mejor las características de intensidad, irregularidades y amplificación, e indagar las deficiencias de la práctica constructiva", dijo el investigador.

Algunos retos en la actualidad son mejorar el conocimiento sobre las propiedades de los materiales y su comportamiento, proponer sistemas innovadores para aislar o disipar energía, y rehabilitar y mantener las edificaciones existentes. "Ante este panorama, las campañas de concientización, divulgación y entrenamiento ocupan un papel importante en la reducción de riesgos ante un movimiento telúrico", finalizó.

El ingeniero Rodríguez, profesor emérito de la FI, presentó La Ingeniería del Viento: Sus Alcances y Aportaciones; detalló cómo el desarrollo de tecnologías y la instauración de procedimientos para estimar riesgos han derivado en proyectos innovadores.

Explicó que la posición geográfica de nuestro país facilita la aparición de fenómenos meteorológicos de gran intensidad, como los ciclones o los tornados, que provocan daños incuantificables. Por ello, es vital realizar modelos para la descripción de lluvia y pronósticos con un rango de error mínimo."Uno de los aparatos que facilita su estudio son los túneles de viento (por inyección, por aspiración y en circuito cerrado). En el II-UNAM contamos con uno que nos ayuda a conocer su acción sobre las construcciones", detalló.

Agregó que el viento tiene un gran potencial energético en nuestro país, ya que cuenta con regiones donde se pueden instalar aerogeneradores, como en el Istmo de Tehuantepec.

Por su parte, la ingeniera Sánchez Armendáriz en La Tecnología del Concreto y Sus Aportaciones a la Ingeniería Mexicana, explicó cómo la industria de la construcción ha puesto énfasis en el desarrollo de procesos para fabricar de manera sostenible.

Una de las tendencias actuales en la creación de mezclas es la nanotecnología, que permite disponer de materiales que ayudan e incrementan los niveles de seguridad durante la construcción y la vida útil de los diferentes tipos de obra. "Esta técnica, cada vez más explotada, nos ofrece un sinfín de oportunidades y desafíos".

En el futuro, la producción rutinaria del concreto rentable y de alta calidad se facilitará al identificar los materiales, procesos, diseño de la estructura y el medio ambiente. "Debemos aprender a controlar y predecir esos parámetros y mantenernos alejados del borde del desastre", finalizó.